Oaxaca de Juárez. – Este martes, Roberto Cárdenas Rosas, preso político en el gobierno de José Murat, retomó la huelga de hambre de manera indefinida, en el centro penitenciario ubicado en Villa de Etla, Oaxaca; demanda la intervención de los representantes del gobierno y peritaje ocular en planimetría.
“No se tomaron en cuenta las pruebas que fueron aportadas con testigos ante el juez durante mi proceso. Siempre me he declarado como inocente porque son delitos prefabricados por el mismo gobierno”, dijo.
No es la primera vez que Roberto originario de la comunidad triqui, inicia huelga de hambre, apenas el pasado 25 de noviembre del año pasado también hizo una bajo esa consigna, personal del secretario de Gobierno de Oaxaca, Jesús Romero y el gobernador lo visitaron en su celda para conocer sus peticiones: “me mandaron a su gente para hacer mis peticiones, pero no ha avanzado”.
Roberto solicita un peritaje ocular por un perito en planimetría para hacer la reconstrucción de los hechos por los cuales se le señalan como culpable de dos homicidios ocurridos en 2002; además, pide que haya reconstrucción de los hechos sobre la tortura que le han sometido en los centros penitenciarios.
El pasado 14 de enero cumplió 22 años en la cárcel, con una sentencia de 70 años por el homicidio calificado de Ignacio R. y Juventino Q., quienes fueron asesinados el 02 de junio del año 2002. Sin embargo, señala que su proceso de sentencia fue prefabricado por las instancias del gobierno de José Murat Casab.
Roberto fue detenido el 14 de enero del 2003, cerca de las 18:00 horas, en la esquina del palacio de gobierno de Oaxaca, “yo tenía una audiencia con el exgobernador José Murat, nos citó a una mesa de trabajo. Él me puso un cuatro, porque días antes, fui agredido físicamente, se atentó contra mi día. Como no pudo comprar mi silencio me fabricó hechos que no cometí. Todo pasó cuando se estaba desplazando a las familias de San Miguel Copala”, detalló.
El hombre explica que también ha sido víctima de tortura, recuerda que, en su traslado al centro penitenciario de Miahuatlán de Porfirio Díaz, lo sometieron a él y a otros 28, “que nos agachan casi hasta abajo del asiento y comenzaron a decirnos: ahora si señores vamos a empezar la fiesta y comenzaron a patearnos por las costillas, fue un infierno”.
Comentó que fueron innumerables sometimientos de parte del personal Cerezo No. 3 “nos encerraron en una celda de 5 metros de ancho, me quitaron toda la ropa, y me pusieron hacer 100 lagartijas, 100 saltos de escuadras, 100 sentadillas y como no aguanté me caí, entonces, es cuando me llovían patadas, puñetazos, toletazos, fue un infierno”.
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